Edificio diseñado por el arquitecto Rafael López Uribe, inicialmente se pensó que se vendería a diferentes compañías, pero fue adquirido por la Federación Nacional de Cafeteros, que lo adecuó como su sede principal.
El proyecto buscó conservar al máximo la calidad ambiental existente y con este fin se desarrolló en 2 edificios, uno de 9 pisos y otro de 13, localizados en el centro del predio, haciendo posible la existencia de un espacio entre estos, donde se mantiene la arborización que hacía parte del jardín de la quinta que ocupaba el predio. De esta manera se posibilitó la circulación en el primer nivel con un agradable recorrido entre la calle y el interior del edificio.
Dentro de los elementos destacados en el diseño del edificio está la comunicación de las torres por medio de puentes escalonados a partir del sexto piso, integrando las torres, y la distribución interior de sus oficinas y dependencias, la cual se aparta de los esquemas tradicionales. Es un ejemplo de calidad urbana y arquitectónica en edificios de oficinas.